05 enero 2007

Viernes 05-01-07
Por fin llegó el viaje a Praga. Se nos ha hecho larga la espera, principalmente porque el final del año ha sido de órdago, tanto para Fran, como para mi.
Fuimos en bus al aeropuerto, que nos dio una vueltecita por el parking de la T4 en la que vimos el coche de mi padre y una colección impresionante de coches absolutamente calcinados.
Y como cada vez que viajamos tenemos que tener un poquito de emoción, pues esta vez se nos olvidaron los billetes físicos en casita... Tanto viajar con billete electrónico y para una vez que tenemos uno físico nos lo dejamos en casa.
La compañía dijo que ni de coña nos dejaba presentar el billete electrónico con el cambio de la hora del vuelo como justificante, con lo que, en plan película total, me tocó coger un taxi, ir a casa, coger los billetes y vuelta al aeropuerto. Menos mal que estamos a tiro de piedra, que si no, nos quedamos en tierra total.
Ya sin el susto en el cuerpo y después del viaje, llegamos al hotel sobre las 21:00h, que por cierto, fue mucho más fácil llegar al hotel en Praga que en Berlín (que llegamos de casualidad porque no había quién se enterara en el tren).
Fue subir a la habitación, dejar las maletas y volver a bajar para ir a dar ya una vueltecita por la ciudad. El hotel está fenomenal situado, justo al lado de la Linterna Mágica, con lo que con un pequeño paseo fuimos hasta el Puente de Carlos, la Pza de la Ciudad Vieja y llegamos hasta la torre de la Pólvora..
El Puente de Carlos me encantó (ya me lo había dicho como mil veces Marimar que era muy bonito, que era muy bonito....) visto de noche tiene una magia especial.
La Pza de la Ciudad Vieja es preciosa, con el reloj astronómico.















Lo que me sorprendió fue que yo me había imaginado Praga mucho más soviética, con pocos comercios y es todo lo contrario. Es un absoluto templo del consumismo. Hay grandes marcas como Kenzo, Louis Vuitton o Cartier, que se está haciendo una tienda en la Pza de la Ciudad Vieja con la calle de París. Algo impresionante. Además tampoco me la imaginaba tan limpia, me la imaginaba mucho más sucia y más destartalada.
Fran sin embargo, se había imaginado Praga más en plan Viena, muy piji.

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